La inspiradora Ha Long Bay, Vietnam.

Pienso en Vietnam y llegan a mí flashbacks de un tráfico extremadamente caótico, pero con rapidéz esa imagen se empieza a disipar y veo paisajes, personas, momentos que me llenan de paz, calma y felicidad por haber cumplido un sueño más, Esta vez hablaré de Ha Long Bay, un lugar en el que dejé un trozo de mi corazón. 

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Para llegar a Ha Long Bay desde Hà Nội capital de Vietnam, bastó con tomar un bus que pasaba por la Avenida principal. Para llegar hasta el destino, locales llevaron mi maleta en moto (hasta el momento todo bien), pero cuando llegué al sitio me doy cuenta que habían dejado mi maleta al lado de la carretera, tirada en medio de la nada mientras iban a recogerme jajajaja (me río pero en ese momento quería llorar), un frío rápido pasó por mi columna vertebral, pero no pasó nada, la gente allá desde mi experiencia es demasiado honrada y bondadosa, sus intenciones son extremadamente puras. Aunque desde ahí decidí cargar mi maleta conmigo a como diera lugar.

El nivel de inglés es muy básico, pero mi abuela me ha enseñado que se puede recorrer el mundo con el verdadero lenguaje universal “las señas” y a eso le sumo Google translate de vez en cuando. Me quedé en un homestay en lo más profundo de las comunidades campesinas y pesqueras de la zona, ya que yo quería tener una experiencia más local, pues desde mi percepción es más significativo.

Busco experiencias siempre que me marquen la vida, crear historias épicas dignas de ser contadas y esta sin duda fue toda una experiencia para el resto de mi existencia.  Estaba demasiado feliz en la tan soñada Bahía del dragón.

Una isla creada por un dragón.

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Cuenta la leyenda que un dragón protector lanzó piedras preciosas a la bahía, las cuales crecieron como islotes para desviar a los invasores chinos y proteger al pueblo de Vietnam, de ahí su indescriptible belleza. Ha long bay es un lugar tan impresionante e imponente que al verlo después de tantas fotos y videos no le hacen justicia a su infinita belleza, fue sin duda un sueño hecho realidad, acompañado de una que otra lagrima por haberme cumplido a mí misma y tener en frente algo una maravilla de este precioso mundo. 

 

Una vista épica para empezar la travesía.

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Llegar a Poem Mountain fue toda una aventura llena de risas, sudor, surrealismo, caídas para quienes tienen dos pies izquierdos y vértigo en algunos casos.

Llegué al susodicho sitio muy entusiasmada en la moto que le fallaban los frenos, pero la bocina funcionaba perfectamente para ir muy al estilo local, lo que traduce ir pitando, avanzando y rezando (a lo que creas). Para estacionar la moto, creo que hay que ser local, lo llevan en su ADN. Con rapidez nos bajamos, guardamos los cascos y te llevan de inmediato a una pequeña tienda donde el inglés consiste en decir “five dollar”, la señora recibe el dinero y otras te guían a la salida.

Te señalan que debes de seguir derecho, todo es muy veloz, pasa en cuestión de segundos, entre pitos, ruidos de motos a toda velocidad esquivándose todas entre sí. 

Empieza el camino, yo en mi ingenuidad pensaba que habría escalones de piedra, pero la mayor parte era escalando, fue el hike más loco y memorable de mi vida. 

Llegué a un punto en el que me quedé ensimismada con una cerca eléctrica de una altura considerable que debíamos atravesar, bajé mi mirada a mis pies con preocupación porque llevaba sandalias. 

Ahí me di cuenta que sí, era una ingenua, no iba a haber escalón alguno, ningún tipo de seguridad ya que ir a ese sitio está prohibido, todo empezó a tener sentido. 

Me tocó subirme a un árbol para pasar la cerca eléctrica de unos 3 metros, después de eso ya estás dentro, pero sigue mucho camino por recorrer. Al principio no está tan mal, ni es complicado, pero cansa bastante, luego te toca escalar unas piedras y en algunas partes no hay de dónde agarrarse, puede llegar a ser un poco peligroso, pero con el cuidado adecuado es posible (omití muchos resbalones para no hacer largo el relato). 

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Pagar 5 dólares por una vista que no tiene precio. 

En medio de las piedras no podía creer esa vista que tanto soñé y por fin estaba frente a mis ojos, todo desde arriba se veía precioso, tranquilo, simplemente una maravilla natural. Pagar 5 dólares por una vista que no tiene precio, que te roba el aliento e inspira. Así es, yo me inspiro, con vistas naturales, me recarga el alma.

Hay un techo verde donde hay cables eléctricos, hay que tener demasiado cuidado y un sentido común agudo para tomar fotos allí pero lo vale, fue un momento de esos que quedan guardados para siempre en la memoria.

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La bajada fue otra aventura, pero ya se imaginarán…

Tomé una balsa típica y fui a pescar el almuerzo con gente local de mi homestay y a nadar un rato, allí vi la cantidad de basura que es arrojada a la bahía, no miento cuando digo que en cada brazada quedaba enredado un plástico. Lo triste es que son tanto locales como turistas quienes botan la basura, cabe aclarar que bajo ningún motivo es aceptable, pero si tienen la oportunidad, una pequeña jornada de recolección de basura sería una muestra de respeto y cambio a aquellos que les vale un pepino nuestro planeta.

 

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Tratemos de crear esa cultura de dejar un lugar mejor de lo que lo encontramos, el viaje es de todos, destruir nuestro planeta no nos dejará destinos para volar sin retorno. 

 

Explorar Ha Long Bay desde lo alto, en una balsa, nadando y hasta en kayak fue uno de mis momentos favoritos de la vida, en estos escritos siempre quiero dejar un mensaje, me encanta viajar pero veo demasiado turismo irresponsable, no seamos turistas de mierda, el respeto a dónde vas es fundamental, los locales no son para el entretenimiento del turista, son seres humanos.

 

Si alguna vez visitan este mágico lugar o cualquier sitio en Vietnam, aprecien y respeten la hospitalidad que brinda este espectacular país, que dejó una marca permanente en lo más profundo de mí.

 

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